viernes, 26 de junio de 2015

Manualidad - Buho con chapas




viernes, 19 de junio de 2015

Cursiosidades del Solsticio de Verano



El 21 de junio se celebra en el hemisferio norte, el día más largo del año.

La celebración del solsticio de verano, es tan antigua como la misma humanidad. En un principio se creía que el sol no volvería a su esplendor total, pues después de esta fecha, los días era cada vez más cortos.
Por esta razón, fogatas y ritos de fuego de toda clase se iniciaban en la víspera del pleno verano, o 20 de junio, para simbolizar el poder del sol y ayudarle a renovar su energía.


En tiempos posteriores se encendían fogatas en las cimas de la montañas, a lo largo de los riachuelos, en la mitad de las calles y al frente de las casas. Se organizaban procesiones con antorchas y se echaban a rodar ruedas ardiendo colinas abajo y a través de los campos.

A menudo se bailaba y saltaba alrededor del fuego para purificarse y protegerse de influencias demoníacas y asegurar el renacimiento del sol.

Se puede decir que todo empezó hace cerca de 5 mil años, cuando nuestros antepasados, tan amigos de observar las estrellas, se dieron cuenta que en determinada época del año el Sol se mueve desde una posición perpendicular sobre el Trópico de Capricornio, hasta una posición perpendicular sobre el trópico de Cáncer. A estos días extremos en la posición del Sol se les llamó solsticios de invierno y verano, los cuales ocurren los días diciembre 21 y junio 21 respectivamente. Estas fechas corresponden al hemisferio norte, pues en el sur es al contrario. El día que veremos al sol ponerse más al sur es el 21 de diciembre y el día que lo veremos ponerse más al norte es el 21 de junio. “Las fechas mencionadas son las típicas, pero puede ser que en un año determinado caiga un día antes o después, debido a las irregularidades del calendario, como los años bisiestos”. Hablando propiamente del solsticio de verano, en esta fecha el eje de la tierra está inclinado 23,5 grados hacia el sol. Esto ocasiona que, en el hemisferio norte, el 21 de junio sea el día más largo del año.

En los antiguos mitos griegos a los solsticios se les llamaba “puertas” y, en parte, no les faltaba razón. La “puerta de los hombres”, según estas creencias helénicas, correspondía al solsticio de verano (del 21 al 22 de junio) a diferencia de “la puerta de los dioses” del solsticio de invierno (del 21 al 22 de diciembre).

SOLSTICIO DE VERANO Y DE INVIERNO: Hay dos momentos del año en los que la distancia angular del Sol al ecuador celeste de la Tierra es máxima. Son los llamados solsticios. El de verano es el gran momento del curso solar y -a partir de ese punto- comienza a declinar. Antes de cristianizarse esta fiesta, los pueblos de Europa encendían hogueras en sus campos para ayudar al Sol en un acto simbólico con la finalidad de que “no perdiera fuerzas”. En su conciencia interna sabían que el fuego destruye lo malo y lo dañino. Posteriormente, el hombre seguía destruyendo los hechizos con fuego.

Se ha asociado esta festividad al solsticio de verano, pero esto tan solo es cierto para la mitad del mundo o, mejor dicho, para los habitantes que viven por encima del ecuador (en el hemisferio norte) ya que para los del sur el solsticio es el de invierno y ni tan siquiera para todos ellos pues la fiesta de San Juan es patrimonio del mundo cristiano. Aunque no crean que en los países orientales, con ritos y creencias distintas, no se celebran estas fiestas conservando en todas ellas la misma esencia: rendir un homenaje al Sol, que en ese día tiene un especial protagonismo: en el hemisferio norte es el día más largo y, por consiguiente, el poder de las tinieblas tiene su reinado más corto y en el hemisferio sur ocurre todo lo contrario. En cualquier caso al Sol se le ayuda para que no decrezca y mantenga todo su vigor.

Este simbolismo era compartido por pueblos distantes, separados por el océano Atlántico. Es el caso de los viejos incas en Perú. Los dos festivales primordiales del mundo incaico eran el Capac-Raymi (o Año Nuevo) que tenía lugar en diciembre y el que se celebraba cada 24 de junio, el Inti-Raymi (o la fiesta del Sol) en la impresionante explanada de Sacsahuamán, muy cerca de Cuzco. Justo en el momento de la salida del astro rey, el inca elevaba los brazos y exclamaba: “¡Oh, mi Sol! ¡Oh, mi Sol! Envíanos tu calor, que el frío desaparezca. ¡Oh, mi Sol!” Este gran festival se sigue practicando y representando hoy en día para conmemorar la llegada del solsticio de invierno, con un claro tinte turístico. Los habitantes de la zona se engalanan con sus mejores prendas al estilo de sus antepasados quechuas y recrean el rito inca tal y como se realizaba (más o menos) durante el apogeo del Tahuantinsuyo.

ORÍGENES PAGANOS: Ni que decir tiene que esta fiesta solsticial es muy anterior a la religión católica o mahometana. Uno de los antecedentes que se puede buscar a esta festividad es la celebración celta del Beltaine, que se realizaba el primero de mayo. El nombre significaba “fuego de Bel” o “bello fuego” y era un festival anual en honor al dios Belenos. Durante el Beltaine se encendían hogueras que eran coronadas por los más arriesgados con largas pértigas. Después los druidas hacían pasar el ganado entre las llamas para purificarlo y defenderlo contra las enfermedades. A la vez, rogaban a los dioses que el año fuera fructífero y no dudaban en sacrificar algún animal para que sus plegarias fueran mejor atendidas. 


Otra de las raíces de tan singular noche hay que buscarla en las fiestas griegas dedicadas al dios Apolo, que se celebraban en el solsticio de verano encendiendo grandes hogueras de carácter purificador. Los romanos, por su parte, dedicaron a la diosa de la guerra Minerva unas fiestas con fuegos y tenían la costumbre de saltar tres veces sobre las llamas. Ya entonces se atribuían propiedades medicinales a la hierbas recogidas en aquellos días. El cristianismo fue experto en reciclar viejos cultos paganos.
 
La Noche de San Juan, la de las tradiciones mágicas, se caracteriza por la multitud de hogueras que iluminan la noche. Los ciudadanos arrojan a la hoguera antes de su encendido pequeños objetos, conjuros, deseos e incluso apuntes del curso con el objetivo de hacer desaparecer los malos espíritus. 
  




 En Almería, la noche de San Juan congrega a miles de personas en nuestras playas alrededor de una hoguera para celebrar la entrada al verano en una gran fiesta. Hay quienes prefieren celebraciones más privadas en familia o con amigos, y quienes lo celebran por el centro de la ciudad. El día 24 es festivo en Almería, por lo que noche puede alargarse... :)

viernes, 12 de junio de 2015

Beneficios de cuidar una mascota



1. MEJORA LA SALUD CARDIACA
Un estudio de la Asociación Americana del Corazón ha demostrado que los dueños de perros tienen menos riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Diversas investigaciones apuntan que el mero hecho de acariciar a un perro o contemplar a los peces de un acuario tiene un efecto relajante que reduce la frecuencia cardiaca. Otro estudio de la State University de Nueva York sobre 240 parejas casadas con y sin mascotas constató que la presión arterial era notablemente más baja en las parejas con animales.
Un dato más: en los dueños de mascotas que sufren enfermedades cardiacas tienen la probabilidad de sobrevivir a un ataque al corazón aumenta.
2. LIBERA HORMONA DE LA FELICIDAD
Tras compartir un rato de juegos con sus mascotas, sus dueños experimentan un estallido de oxitocina, la también llamada molécula del amor. En realidad es una hormona que se asocia "con la lactancia o el placer", puntualiza Vila. La oxitocina ayuda a disminuir los niveles de estrés y es un buen antídoto contra la depresión.
3. REDUCE LAS POSIBILIDADES DE ENFERMAR
Los niños que crecen con perros a su alrededor son menos propensos a caer enfermos. Un estudio finlandés confirmó en 2012 que los bebés que conviven con perros sufren un 30% menos de enfermedades respiratorias y un 50% menos de infecciones de oído. De hecho, cuanto más sale el perro de casa, menos enfermedades padecen. La hipótesis de los expertos es que, al estar más expuestos a la suciedad, los niños desarrollan un sistema inmunitario más fuerte.
Crecer con perros y gatos disminuye también el riesgo de desarrollar alergias. Un experimento del Instituto Médico de Georgia (Estados Unidos) que trataba de demostrar que los niños que convivían con mascotas desarrollaban más alergias se encontró justo con el resultado contrario. Los pequeños que tenían perros o gatos en casa sufrían un 50% menos de alergias y un 45% menos de asma que los que no vivían con animales.
4. DISMINUYE EL ESTRÉS
El equipo de la psiquiatra Sandra Baker de la Universidad Commonwealth de Virginia (EEUU) midió las ondas cerebrales de distintos dueños de perros antes y después de pasar un rato con ellos. Descubrieron que tras interactuar con sus animales, las personas experimentaban un aumento en la frecuencia de las ondas asociadas a la relajación y una disminución en su nivel de la hormona del estrés, el cortisol. Asimismo, las personas que interactúan con animales mientras trabajan están menos estresados.
5. MEJORA LA FORMA FÍSICA
Resulta obvio que sacar a pasear al perro, correr o jugar con él supone una actividad física que siempre es beneficiosa, pero ¿alguna vez te habías planteado que esos paseos pueden suponer más tiempo de ejercicio que ir al gimnasio? Una marca británica de productos para mascotas registró el tiempo medio que dedican los dueños de perros a pasear con ellos: cinco horas y 38 minutos semanales. ¿Cuánto es de media lo que dedican las personas que van al gimnasio a entrenar? Una hora y veinte minutos a la semana.
6. ALIVIAN LA SOLEDAD Y LA DEPRESIÓN
Las personas deprimidas no sienten el deseo de relacionarse. "Si la persona mantiene un vínculo con un animal, ya tiene un motivo para levantarse de la cama. Aunque no tenga ganas de hacer nada, debe darle de comer y sacarle a la calle", expone Maribel Vila. "Además, la persona deprimida igual no quiere contar lo que le pasa, pero quizá sí se siente capaz de hablarle a su animal. Eso ya es mucho".
Los animales también reducen el sentimiento de soledad; la propia expresión ya lo dice: son animales de compañía. Por eso, son especialmente positivos para personas solas y mayores. Vila ha comprobado el efecto dinamizador que supone llevar un perro a un centro geriátrico. "El mero hecho de verlo ya activa los recuerdos de las personas mayores y les hace hablar de las mascotas que tuvieron", explica. "En muchas ocasiones sufren dolor físico y no quieren hacer fisioterapia, pero a través de juegos con el perro trabajan sin darse cuenta su motricidad, el equilibrio y la atención".
7. MEJORA LA VIDA SOCIAL
En muchas ocasiones, una mascota es la excusa para conocer gente nueva: en los parques se forman corrillos de dueños de perros que coinciden allí, los desconocidos que se acercan a acariciar a un cachorro o las conversaciones que surgen sobre anécdotas o el cuidado de los animales son escenas cotidianas.
8. ESTIMULA A LOS NIÑOS
Además de ser un compañero de juegos para los niños, crecer con una mascota es una oportunidad para enseñarle a ser responsable y a respetar a los animales. Perros y bebés tienen una conexión instantánea, se enseñan cosas mutuamente y en ocasiones, son los mejores ángeles de la guarda.
9. REFUERZA LA AUTOESTIMA
"Los dueños de mascotas poseen mayor autoestima (...) tienden a ser menos solitarios, son más conscientes de lo que ocurre y más extrovertidos, tienden a ser menos temerosos y menos preocupados que las personas que no tienen animales". Esa es la conclusión a la que llegaron científicos de las universidades de Miami y Saint Louis tras una investigación.
La aplicación práctica es el ejercicio que suele hacerse con niños con alguna dificultad de que lean en voz alta ante perros. Los animales no se van a reír de cómo lo hacen o si se equivocan, y así los pequeños refuerzan su seguridad y confianza en sí mismos, explica Vila. En el mismo sentido, los psicólogos que atienden a presos con baja autoestima y que no quieren relacionarse, utilizan perros para que sientan calidez y aceptación. "También refuerza su empatía, ya que es más fácil demostrar emociones hacia un perro que hacia una persona, y más en un ambiente carcelario", reflexiona Vila.
10. NOS HACE REÍR
Los animales contagian felicidad y nos hacen reír por sus habilidades, por sus parecidos, por su inocencia y por lo monísimos que son, entre miles de motivos.

viernes, 5 de junio de 2015

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